Mejorar la productividad es un reto pendiente en Iberoamérica. Por ello, es importante acompañar a nuestras micro, pequeñas y medianas empresas en su transformación. América Latina es la región del mundo en la que menos ha crecido la productividad y si esto persiste el crecimiento económico de los próximos 15 años puede ser entre un 40-50% inferior al de los 15 años precedentes.
Las alianzas público-privadas adquieren cada vez más importancia, comprendiendo que las empresas no compiten por sí solas, sino a través del entorno socio productivo del que forman parte. Es primordial alentar el diálogo público-privado para el diseño, la evaluación y la ejecución de políticas públicas, tal y como pregona el ODS 17: “Alianzas para lograr los objetivos”.
Las políticas productivas de acompañamiento a las Mipymes requerirán de una participación más efectiva de los actores privados para actuar rápido y estar a la altura de las demandas concretas que surgen en el contexto actual. El acceso al financiamiento y la transformación digital de la producción y comercialización son algunos de los ejes en los que se diseñan y ejecutan gran parte de las estrategias públicas.
Es importante poner en marcha políticas públicas acertadas y eficaces, que funcionen y respalden a este tipo de empresas, para hacer que las Mipymes consigan garantías reales. Generar guías normativas y regulatorias adaptadas para ellas es prioritario; así como impulsar la cooperación multilateral e institucional, el liderazgo comprometido y el diálogo social.
Si hablamos de efectividad de políticas públicas, habría que pensar en facilitar los procesos de formalización de los emprendimientos nacientes, eso requiere un análisis de los conceptos de formalidad que se están aplicando en los países; y promover con mayor fuerza los procesos de fomento de cultura emprendedora en los sistemas educativos que permitan avanzar hacia sociedades emprendedoras e innovadoras.
Sería conveniente también mejorar el entorno financiero con instrumentos adaptados para las primeras etapas del emprendimiento, y no solo mediante el impulso de instrumentos de capital semilla, capital de riesgo, o la participación de los ángeles inversores, sino también a través del necesario diálogo con los entes reguladores para la flexibilización de las valoraciones de riesgo de los emprendimientos.
Es imprescindible fortalecer los instrumentos de acompañamiento para los emprendimientos dinámicos, que generen valor agregado en el desarrollo de las nuevas empresas. Hay que pensar también en implementar medidas que fomenten la digitalización del tejido empresarial. En muchos países se ha apostado por poner en marcha programas de capacitación, educación financiera, alfabetización digital y asistencia técnica. La creación de comités, portales y plataformas dirigidas específicamente a este tipo de empresas para prestarles apoyo y asesoramiento es una solución bastante práctica para mejorar la situación de las Mipymes. De esta manera se puede lograr una Iberoamérica más innovadora, resiliente, digital y sostenible.